Dr. Alfredo Palacio – A report on Dr. Alfredo Palacio’s contribution to an ICD Conference

dralfredopalacio.org (Website of Dr. Alfredo Palacio, former President of Ecudor and current ICD Advisory Board Member) - March 9th, 2010; A transcript of a speech given at the ICD on
  March 09th, 2010

The Question of Power in Ecuador

dralfredopalacio.org (Website of Dr. Alfredo Palacio, former President of Ecudor and current ICD Advisory Board Member) – March 9th, 2010

Cinco de Noviembre del año 2009. Nueve de la noche. El avión de Iberia se empina veloz  buscando una estrella en el fondo del cielo. Yo vivo la nostalgia repetida  de la pequeña ventanita y del extenso valle iluminado que voy dejando lejos.   Guayaquil, Samborondón  y Durán  resplandecen cruzados por la marca oscura de sus ríos emblemáticos.  El cierre de las puertas del avión -como siempre- me adormece el alma después del zafarrancho del chequeo de pasajes y documentos,  de la inmigración, del registro del equipaje  y de los redoblados  métodos policiales de seguridad ocasionados por el terrorismo, el comercio incontrolado de armas y la creciente desconfianza humana. No sé de donde nacen estas duras órdenes. Ahora ,Guayaquil brilla amable con resplandor de  nubes cubriéndola como un manto.

Empiezan los duendes de la reflexión. Me acuerdo que viajo a Berlín a un Congreso llamado “Un Mundo sin Muros” en celebración  del veinteavo aniversario de la caída del muro. Alguna vez leí que cuando un vuelo nocturno se aproximaba al Berlín dividido, el viajero de la época solía observar un tajo oscuro –era el muro- sobre el rostro  iluminado de la ciudad. Afortunadamente eso ya era historia. Yo conocería un Berlín reunificado.  Aunque tal vez el río que cruza Berlín diera un efecto parecido al que producen los ríos Guayas, Daule o Babahoyo. Pero no. Estaba seguro que el Río Spree que atraviesa Berlín no tiene las dimensiones de los nuestros. A lo lejos todavía  resplandece la tenue guirnalda de nubes sobre la extensa planicie hídrica.  Sin electricidad sería solo un  enorme pozo negro sin estrellas. ¿Por qué ese pensamiento? Esa mañana, mientras revisaba en mi PC los últimos borradores de mi conferencia y mesa redonda preparados paraBerlín, inesperadamente –como una muerte súbita-, se produjo un corte eléctrico que duró  todo el día.

Con las tinieblas de la ventanilla entró suave  el celuloide virtual de los recuerdos. Casi podía asir con la mano el ajetreo de hormiguero de los días –y noches- de mi trabajo en Carondelet.   Cada agosto, en mi despacho de la Presidencia de la República, empezaba a rondar la amenaza del estiaje de octubre en la cordillera oriental de Los Andes, del descenso de la cota de la represa Amaluza en Paute, de la posibilidad de los “apagones” y –consecuentemente- las largas sesiones de trabajo con el ministro de energía, con los funcionarios de petroecuador y de las eléctricas. Iván Rodríguez, ministro de energía, competente profesional y gran amigo, recuerda con afecto, lo que entonces fue mi orden inapelable: En el Ecuador nunca volverán los apagones. Hagan lo que tengan que hacer si quieren conservar sus cargos. No quiero excusas. Solo soluciones de gente capaz. Una conversación con Iván y otros amigos colaboradores de mi gobierno  refrescó la información y la memoria colectiva.

La lección la había aprendido en mayo del 2005, muy pocos días después de asumir la presidencia. Explotó un transformador en Machala, probablemente por falta de mantenimiento y un sector importante del sur de la patria se quedó sin energía eléctrica. Estrené el salón azul para una sesión reservada de emergencia con el frente eléctrico integrado por  Alejandro Rivadeneira, Edgar Ponce y Javier Astudillo, Presidente, Vicepresidente y miembro  del CONELEC, Donald Castillo y Gabriel Arguello del CENACE, y Eduardo Barredo.

En ese mismo instante me comuniqué con el Presidente Alejandro Toledo y negocié una interconexión inmediata con Perú. Toledo respondió con extraordinaria solidaridad y diligencia. Pocas horas después, una delegación técnica viajaba a Lima  a bordo del Avión Presidencial de la Fuerza Aérea Ecuatoriana y en otras pocas horas el problema estaba solucionado. Fue el único apagón durante mi gobierno. Pero esa experiencia nos obligó a delinear tanto políticas de transición como la consolidación, de las de mediano y de largo plazo.
La necesidad energética del Ecuador solía no superar los 2900 MW y tenía una potencia instalada –termo e hidroeléctrica- sobre los  4000 MW, lo cual era teóricamente suficiente para eliminar la posibilidad de déficits,  aunque su demanda crece 150 MW por año. El problema crucial radicaba en que su principal central hidroeléctrica de Paute-Molinos generadora de 1075 MW, se reduce a menos de 200 MW durante la temporada de estiaje hidrológico entre los meses de octubre a febrero. Consecuentemente,  la demanda termoeléctrica aumenta en ese período. Resulta fácil suponer que una falla concomitante de una generadora termoeléctrica –de cualquier tipo– técnica, mantenimiento, falta de combustible- generaría cortes eléctricos y apagones, como lo había probado la explosión del transformador de Machala. Resulta, igualmente fácil comprender la importancia del proyecto Mazar, que además de su propia central asegura estabilidad para el flujo hidráulico Paute-Molinos

Mi obligación, como Presidente Constitucional, fue reforzar y acelerar los planes hidroeléctricos de mediano y largo plazo, porque ese debe ser el Ecuador del futuro.  Pero, no debía descuidar ningún aspecto de la transición energética coyuntural, lo cual demandaba consolidar las centrales térmicas, aparentemente descuidadas, como lo probaba otra vez la explosión de Machala.  Ese era el Ecuador de hoy sobre el cual se construye el de mañana.

En medio de la asfixiante  vorágine política y la reinstitucionalización del país se conformó un grupo de coordinación del sector eléctrico que se llamó CEPSE dirigida por el Ministro Rodríguez, que permitió  tomar decisiones para la revisión técnica, mantenimiento y reparación de las centrales térmicas y garantizar su funcionamiento.  Se estableció una permanente coordinación con petro-comercial para asegurar la oportuna entrega del combustible. Se resolvieron problemas pendientes con dos barcazas generadoras, se perfeccionaron los acuerdos de interconexión con Colombia y Perú, y se inició  un programa de difusión masiva para ahorro de energía. En Electroguayas pusimos a funcionar el generador Enrique García de 102 MW tras una lucha contra viento y marea, y la Unidad Trinitaria de 130 MW.

En esta línea se inscribió la reparación de la Planta Aníbal Santos, tanto del rotor de la turbina de gas, como la unidad de generación(14MW), y de la Planta Álvaro Tinajero(46.5 MW).

Las barcazas de los proyectos Keppel de termoguayas (150 MW) y Ulisseas (50 MW) entraron a funcionar.

Llegó la cena junto a un delicioso vino del rioja con  cuerpo y aroma de mujer. Diez mil pies de altura rumbo al Atlántico.  Antes de la modorra de la madrugada debía abrir mi Mac y revisar mi conferencia del sábado 7 de noviembre.  Luego, un buen sueño y amaneceríamos en Europa.  Pero la memoria continuó su danza de recuerdos.

La Generación Hidroeléctrica era, sin embargo,  la política de estado  a mediano y largo plazo  trascendente, más allá de  los planes e intereses políticos de un  gobierno. Y con esa visión gobernamos.
El Ecuador tiene cinco grandes cuencas hidrográficas: En la vertiente occidental andina hacia el Océano Pacífico se hallan los Ríos Esmeraldas, Guayas y Jubones; en la vertiente oriental hacia el Amazonas se hallan los Ríos Pastaza y Paute.
En la vertiente oriental, el Proyecto Hidroeléctrico Paute comprende: a) La Central Molino con su embalse Amaluza, diez turbinas y diez generadores, b) la Central Mazar con su embalse Mazar, y c) la central Sopladora con su embalse Marcayacu. En total, Paute podría producir 2.600 MW, incluyendo los 1075 MW de la central Molino en funcionamiento –pero en riesgo cuando por el estiaje desciende la  cota de la represa-, los 200 MW de Mazar que no había entrado a funcionar todavía, y el proyecto Sopladora, que debía ser desarrollado. Por lo tanto el proyecto Mazar era prioridad y debíamos acelerarlo. El 2006 concluimos la construcción del túnel de desvío de 1.2 de longitud y 12mts de ancho  río arriba sobre la margen izquierda del Paute,  En total se invirtieron 130 millones de dólares y el proyecto Mazar debía estar listo en el 2009 con una capacidad instalada de 200 MW, y además, garantizando un mayor flujo hidráulico, cota estable y, consecuentemente,  mayor autonomía para la represa del Paute durante todo el año, de la Central Molino y abaratamiento de costos.
Durante mi gobierno, la cuenca del Pastaza, donde se levanta la Central Hidroeléctrica Agoyán, sufrió la erupción del Volcán Tungurahua. Una de las dos turbinas (78 MW) resultó afectada, y la otra,  -también de 78 MW- debimos suspenderla preventivamente para evitar nuevos daños y se asignó financiamientos de emergencia para reparación, mantenimiento y uso de generadoras térmicas. Hubo muy poca suspensión de servicios y ningún uso de las reservas del Paute para no disminuirlo peligrosamente. La central San Francisco avanzaba velozmente con la asignación de 56 millones.

Complemento indispensable para el país es la Central Hidroeléctrica Daule-Peripa  y los  proyectos hidroeléctricos Baba y Toachi-Pilatón  en la vertiente occidental de los Andes que no sufre estiaje durante los meses de octubre a febrero.

La central hidroeléctrica Daule-Peripa tiene una capacidad instalada de 200 MW con tres turbinas generadoras. Probablemente tendría mayor potencial debido al enorme caudal de sus ríos afluentes, aunque con poca caída de agua.

El proyecto multipropósito Baba aprovechará las crecidas invernales para generar energía desde su propia central y para desviar flujo hidráulico hacia la central Marcel Laniado existente en Daule Peripa, incrementando su producción, aprovechando su  régimen hidrológico distinto al que regula Paute, Agoyán y San Francisco. Además de los beneficios para la agricultura de la región.

El Proyecto Toachi-Pilatón había sido arrebatado del control de la Provincia de Pichincha. Mi gobierno le dio todo el respaldo al Prefecto Ramiro González y recuperó para el pueblo de Pichincha lo que le pertenecía.  El 21 de diciembre del 2006 tuve el altísimo honor de recibir del Consejo Provincial la Condecoración General Rumiñahui, cuando faltaban poquísimos días para terminar mi período presidencial, es decir a la hora en que los reconocimientos son escasos, pero  auténticos.

Sin embargo, surgía la interrogante: ¿Es posible alterar toda la hidrología sin producir desequilibrio ecológico?

Es indispensable desarrollar proyectos científicos que investiguen la sustentabilidad de los proyectos hidroeléctricos y sus limitaciones para mantener el equilibrio   hidro-geológico  de nuestros Andes.  La recuperación económica brindada en el FEISEH incluía el financiamiento de esos necesarios estudios científicos y de otras formas innovadoras de energía.

La estación en el aeropuerto de Barajas duró apenas el tiempo necesario para cambiar de avión y no alcanzó para la proyectada visita a la librería del aeropuerto. La Mac Book Pro se hacía más pesada en esa enorme terminal.

Despegamos de Madrid pasado el medio día y volvieron las reflexiones.
De modo que la estrategia energética  de la mayoría de los gobiernos  anteriores estuvo adecuadamente concebida, pero necesitaba  desarrollarse  con mayor profundidad y amplitud  científica. Y recursos para hacerlo.  Nuestra increíble inestabilidad política, nuestra tendencia a  priorizar intereses, la bronca y la urticaria sobre la importancia de lo vital, había detenido o desviado procesos formidables. Yo no tenía tiempo que perder ni egoísmos que calmar ni futuros políticos que cuidar. En medio del vértigo y del griterío del momento, mi presidencia debía salvar proyectos y políticas de estado de gobiernos anteriores, sin permitir que se mezclen con los procesos de pacificación que había emprendido.

Calladamente, sin aceptar desafíos de la pendencia diaria implementamos una visión de futuro para nuestra patria. Las fuentes de energía eran una parte vital de esta visión.  El esforzado trabajo de un gobierno responsable debía trascender las medidas simplemente indispensables para evitar los apagones. La Nación debía concentrar su trabajo impostergable en recuperar su riqueza natural renovable para producir energía para su consumo futuro  y para excedentes para exportar.

Entre el 2005 y 2006 invertimos alrededor de 400 millones de dólares en infraestructura del sector eléctrico, que incluyen, además de los proyectos mencionados, otros del Fondo de Solidaridad y del Ferum.

Lo más importante, sin embargo fue la decisión soberana de financiar esa visión de futuro con nuestra propia riqueza recuperada gracias a la reforma a la Ley 42 de Hidrocarburos y del Bloque 15 y campo unificado de Peñacocha, Edén Yuturi y Limoncocha que había estado en manos de la Oxi.

Pero su recuperación no era suficiente. Era necesario asegurar que ese tesoro recuperado no se dilapide en gastos corrientes. Mediante Ley, creamos el Fondo Ecuatoriano de Inversión en Sectores Energéticos e Hidrocarburíferos (Feiseh) que protegía esos fondos en un fideicomiso mercantil.  Este fondo garantizaba la investigación, el desarrollo y la innovación de esos sectores y el futuro de la  patria.

El año 2006 los recursos generados por el bloque 15 y campo unificado y la reforma a la ley de hidrocarburos representaron alrededor de 1200 millones de dólares. Para el 2007, calculando con  los mismos precios del barril de petróleo del 2006 que fue de 55 a 60 dólares (bdp) cada barril de petróleo, el ingreso debió ser de 2000 millones de dólares(1500 millones por el bloque 15 y  500 por la ley). Sin embargo, el precio bdp fue más alto En el 2008 el precio subió a 140 o 150 bdp. Por lo tanto las dos medidas representaron ingresos por encima de los 4000 millones en los dos años, 2007 y 2008. Esos recursos blindados garantizaban su inversión exclusiva en los sectores energéticos e hidrocarburíferos.  Estaban por lo tanto asegurados los proyectos Paute, Mazar y Sopladora, Coca Codo Sinclair, Chespi, Ocaña, Angamarca, Sinde, Quijos, Río Luis, Caluma bajo, Minas Jubones,  Villadora, Marcabelli, Toachi-Pilaton, Llanganates, Sabanilla, Baeza y Baba. Ecuador tenía clara y expedita la ruta de su transformación.

Además, debían financiarse las refinerías que el país necesita y otras fuentes de energía alternativa como la solar, biológica,  y las eólicas que mi gobierno impulsó en las Islas Galápagos.   Incluyendo, por supuesto la investigación científica y tecnológica.   Es decir, fortalecer las ilusiones que fallaron en los 70`s: Sembrar el petróleo para cosechar futuro. Allí quedaban los recursos esforzadamente recuperados.

El nacimiento, el crecimiento o el surgimiento de una nación fuerte es comparable al laborioso entrecruzamiento de hilos independientes que en el telar del estado producen el tejido resistente de políticas duraderas para el porvenir de la República. Mantuve sin claudicar una lucha difícil que me permitió le recuperación sucesiva de varios segmentos de nuestra riqueza, como brillantes hilos de oro y plata, que lejos de la improvisación relumbrona conformaron el cuerpo argumentativo del FEISEH sobre el cual se fundarían los cimento del nuevo Ecuador. Por lo menos, yo estaba seguro que nos garantizaba un futuro sin tiniebla, ¿qué paso con el FEISEH, guardián de esas riquezas  que con tanto esfuerzo -y riesgo- habíamos  reconquistado? No lo sé.

Busco en internet y encuentro que hasta el mes de abril del 2008,  el FEISEH firmaba un contrato con Hidropaute por un monto de 165´295.000 dólares para concluir la construcción del Proyecto Hidroeléctrico Paute-Mazar anunciada -como estuvo previsto en mi gobierno- para el segundo semestre del 2009. Era muy satisfactorio.

Sin embargo, algún imprevisto apareció después y eliminó el FEISEH, que fue  concebido  para construir un futuro sin muros como la ciudad que se abría amable para el aterrizaje.   La Mac reposaba a mi lado silenciosa sin abrir la boca, como resentida, pero recordándome que no la había abierto para revisar la conferencia del siguiente día a las 10 a.m.

Abajo Berlín iluminada lucía esplendida, con moderada elegancia, sin la ostentación de ciudades que despilfarran energía y calientan la tierra.  Sin embargo, estaba seguro que la celebración del 9 de noviembre en la noche sería apoteósica. En el aeropuerto de Tegel todo fue rápido y cortés, sin migración, sin aduana. Casi como llegar a casa…. o mejor.  Un grupo de jóvenes del “Institute For Cultural Diplomacy” me recibía con muestras de afecto.